La leyenda de la sopa de piedra
Uno de los debates más frecuentes cuando se habla de comida, sobre todo si participan en la conversación personas originarias de diferentes países, es la proveniencia de los platos.
Porque, aunque la imaginación humana sea casi infinita, no lo son los ingredientes de la cocina tradicional; por eso suele pasar que en países con tradiciones completamente distintas se encuentren platos muy parecidos.
Por ejemplo: ¿cuál es el origen del turrón (1)? Existe en Italia y en España y en ambos países tiene el mismo nombre, pero ¿quién lo inventó primero? Muchas veces no tenemos una respuesta segura, mas aún (2) cuando se trata de tradiciones populares, fiestas y leyendas que
siempre cruzaron sus caminos en la historia humana.
Existe un cuento de la tradición culinaria, el de la sopa de piedra, que se encuentra en la tradición portuguesa, en la italiana, la española y hasta en la británica. Dependiendo del (3) país en el que nos encontremos, la leyenda tiene alguna pequeña variación de situación y
protagonistas: a veces se trata de viandantes, otras de vagabundos y en otras está ambientada en tiempo de guerra, y sus protagonistas son soldados. En todas sus versiones cuenta la historia de personas hambrientas (4) que utilizan su ingenio para encontrar la manera
de hacer una comida (5) y para enseñar a los demás que la unión hace la fuerza, especialmente en la cocina.
Aquí contaremos la versión sencilla: un viandante, que tenía mucha hambre pero no tenía ni un centavo (6), ni manera alguna de encontrar comida, decidió aprovechar una fogata que había en la plaza del pueblo en el que se encontraba y puso a hervir (7) en una olla (8) – que
llevaba en su hatillo (9) – un poco de agua y una piedra limpia que tenía en el bolsillo. Mientras el agua hervía, las personas que estaban en la plaza comenzaron a acercarse. Cada vez que alguien llegaba cerca, él se ponía a contemplar su olla y a decir cosas como «Uhmmm, no veo la hora de que esté lista, me está quedando muy rica». A los transeúntes (10) la escena les llamaba a la atención y comenzaron a acercarse todos para descubrir qué sopa era la que el viandante estaba cocinando. Al ver que se trataba de una sopa de piedra, todos se quedaban sorprendidos y preguntaban: «Pero ¿sabe bien?». El viandante respondía diciendo que sí, claro, era sabrosa pero que tal vez con un poco de apio (11) podía saber aún mejor. Y entonces uno de los espectadores respondía «Yo tengo un poco de apio en mi cocina, ¡te lo voy a buscar!». Y de repente alguien añadía: «¿Es suficiente con poner un poco de apio?” y el viandante respondía: «Bueno, con unas zanahorias (12) y unos frijoles (13) podría quedarme aún más sabrosa (14), pero no es necesario. Así también sabe bien». Entonces alguien que tenía en su casa zanahorias o frijoles iba a buscarlos y se los llevaba al viandante. Así siguió la preparación de la sopa, con personas haciendo preguntas, el viandante nombrando ingredientes que podían resultar útiles y la gente llevando poco a poco lo que tenía en su casa: tomates, cebollas, calabacines (15), patatas, un trozo de tocino (16) y sal. En poco tiempo tenía lista una sopa tradicional, con la particularidad de que tenía también una piedra. El viandante invitó a todos los que habían aportado ingredientes a probar su sopa de piedra, y por supuesto todos quedaron muy satisfechos.
Como todas las leyendas, también esta tiene una moraleja que no es muy difícil de adivinar. Justamente por su sentido de colaboración entre personas en dificultad ha sido adoptada por la tradición católica y quizá por ello es más fácil encontrarla en cocinas de países como Portugal, España e Italia. Pero más que nada, la leyenda de la sopa de piedras cuenta cómo el ingenio humano siempre encuentra una solución a los problemas y aún más en cocina. Por eso, la tradición culinaria reconoce la importancia de esta leyenda y por eso debe ser que, en algunos restaurantes de los países que nombramos, de vez en cuando (17) es posible encontrar entre los platos del día la sopa de piedra, con... ¡una piedra dentro!
Notas
1. turrón: torrone
2. más aún: a maggior ragione
3. dependiendo del: a seconda del
4. hambrientas: affamate
5. hacer una comida: preparare un pasto
6. no tenía ni un centavo: non aveva un centesimo
7. hervir: bollire
8. olla: pentola
9. hatillo: fagotto
10. transeúntes: passanti
11. apio: sedano
12. zanahorias: carote
13. frijoles: fagioli
14. sabrosa: saporita, deliziosa
15. calabacines: zucchine
16. tocino: cotenna
17. de vez en cuando: a volte
Nivel: A2
Objetivos del Marco Común Europeo de Referencia
Comunicación
Enfrentarse a textos breves que permitan manejar un repertorio limitado de recursos lingüísticos sencillos. Familiarizarse con el uso estratégico de procedimientos de observación, comparación, etc., que permitan ir adoptando una perspectiva cultural libre de condicionantes, prejuicios y estereotipos.
Cultura
Sacar partido de las potencialidades de enriquecimiento cultural que se derivan de la interpenetración de distintos sistemas de valores, comportamientos y percepciones de la realidad.
(de Cecilia Toso con la revisión lingüística de Marta Lozano Molina)